Utopía entre Palmeral y Capó
Cuando alguien como el que escribe mira un cuadro, trata de verlo a
través de la fibra poética que hace vibrar las emociones asumiendo
músicas, sonidos de bosques, sentimientos expresados por los gestos o el
rictus facial de los personajes. Cuando los cuadros son un compendio de
imágenes que parecen inconexas porque el autor así lo ha querido, por
mero automatismo, desactivando la razón para dejar fluir las emociones
transformándolas en imágenes, formas, texturas y colores solo queda
abrir los ojos del subconsciente para poder interpretar desde el campo
onírico del surrealismo y traducir al lenguaje cotidiano las imágenes
inconexas que produce el mundo de los sueños. Y eso es lo que he tratado
de hacer con el óleo de Ramón Palmeral titulado 'Perito en Lunas'.
En este cuadro, el artista, muestra otra vertiente por la que
discurren las cristalinas aguas de su ser creativo: la poesía. Este
lienzo representa, a través de senderos oníricos, la interpretación
vital de un poeta que ama la vida y se indigna ante las injusticias que
la humanidad arrastra intrínsecamente hasta que llegue (todo buen poeta
lo cree, que en la línea paralela que siempre marca el horizonte entre
el mar, murmullo de libertad, y el cielo, brisa de amor y respeto) el
momento utópico de la liberación de la metáfora maligna del espíritu del
hombre, que muchas veces sale a relucir en la misma dinámica de la
relación humana, del patético enfrentamiento entre pueblos o la
dominación violenta sobre las vidas de los 'otros'.
Este óleo, enclavado dentro del intelectualismo palmeriano, narra la
esencia íntima de los pueblos representados en un elemento tan popular
que los une con su pasado y sus tradiciones como es la cabra (animal que
aparece en el cuadro con dos cuerpos unidos por el abdomen y que es
santo y seña del poeta de Orihuela, Miguel Hernández, por su oficio),
que sustenta la base del cuadro, y de la vida, simbolizada por la mujer
con los dos tomates en sus senos (savia, alimento), metáfora de la madre
naturaleza, que lame en forma de caricia dicho animal, agradecido por
darle la vida y le muestra su amor por poder vivir en paz. De ahí que la
otra cara de la cabra (con cornamenta defensiva), quiera engullir la
mano y el arma homicida, que es la espada, para liberarse al fin de los
que siempre empujan al pueblo a la guerra, haciéndoles llenar las
tumbas. Esta dicotomía muerte/vida que siempre está presente en el ser
humano, está mostrada en el rostro del hombre que aparece en la parte
inferior izquierda exhibiendo parte de su calavera.
Pero los sueños de la luna, que se representa en el centro de la
escena, marcan la utopía de que la base de la existencia del ser humano
sea otra: la tolerancia y el respeto. Y éstos, encarnados por la mujer,
representada en la manzana, y el hombre, en la pera, unidos en estrecho
lazo, a través de la inteligencia que aparece en forma de ajedrez, y
ésta, encaminada por los senderos del arte (figurado en la señorita de
Avignon, tributo a Picasso), den a luz a un estado de bienestar que se
consolide en todo el planeta. Ese soñado día en el que la deseada paz
del hombre se deslice cubriéndolo todo está reflejado es la gran copa
transparente con la que se ha de recitar el brindis del triunfo del ser
humano.
Y al despertar del estado de ingravidez interpretativa de un sueño de
utopía, recordé el comentario que me hizo mi amigo Bernat Capó,
periodista, escritor y medalla de honor del Consell Valencià de Cultura;
joven de 87 años, que aún se alimenta de sueños: «Has matado las
utopías, ya hablaremos de eso». Se refería a mi comentario en artículo
publicado en este diario: «Las utopías ya no existen. Sólo la ilusión,
la búsqueda de una realidad y la esperanza». Le contesté que eran
tiempos de realidades que debían llenar los estómagos de la gente. Pero
sin las utopías la humanidad sería menos humana. Es necesario que el
hombre tenga sueños para poder seguir caminando. Dejé la utopía en
estado cataléptico, porque los que sostienen las riendas del presente
nos han llevado a perder la noción de futuro. ¡Romped las cadenas de la
usurera economía y de la mala gestión política! Dejadnos abrir las
puertas a nuestros sueños. Yo doy por despertada la utopía.
1 comentario:
Amigo Juan Antonio, no solo has sabido captar la esencia de mi obra palmeriana sino que has profundizado en la filosofía del saber, tema siempre harto difícil de expresar y que tú lo haces con tanta facilidad. Un abrazo y agradecido de nuevo. Palmeral
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